Vemos constantemente fotos de personas con su laptop frente al mar o en un hotel y pensamos: yo quiero esa vida. Es fácil caer en la comparación y desear lo que vemos, pero la realidad detrás de esa foto muchas veces es otra. Por eso hoy quiero contarte lo que no siempre se dice sobre el trabajo remoto y la famosa libertad geográfica.
Yo soñaba con poder trabajar desde cualquier lugar, moverme sin dar explicaciones, tener la opción de quedarme en casa, ir a un café o estar en otro país. En mi caso, también era una forma de migrar con mayor seguridad, y puedo decir que logré mi objetivo. Pero con los años, me he dado cuenta de que el día a día no se parece tanto a lo que vemos en internet.
El trabajo remoto tiene muchas versiones y adaptaciones. Al ver fotos de personas en Asia, frente a la Torre Eiffel o en una isla paradisíaca, laptop en mano, quizás te preguntes: ¿cómo sostienen ese estilo de vida?. Y es que hay quienes arman su oficina en casa, otros que se mudan de país cada tres meses, y también quienes aprovechan vacaciones largas para trabajar y viajar al mismo tiempo. Cada caso es único.
Yo he trabajado desde distintos destinos durante los últimos años, no he sido nómada digital como tal (es decir, no llegué a residir en diferentes partes del mundo), pero sí probé el combo viaje + laptop.
¿Y qué pasó?… Con el tiempo, perdió el brillo para mí.
Me di cuenta de que cuando viajo, quiero viajar de verdad. No dividir mi atención entre una reunión y un día de paseo. No cargar la laptop “por si acaso”. No estar respondiendo mensajes mientras tengo la playa frente a mí.
Hay distintos tipos de vacaciones: algunas para descansar, otras para explorar. Pero en ambos casos, prefiero tener la mente 100% en el momento presente. No digo que lograr un equilibrio sea imposible, hay personas que trabajan medio día y aprovechan el resto para conocer el lugar en el que están, pero todo depende del destino, del tipo de trabajo, de tu nivel de energía… y del tipo de descanso que realmente necesitas.
Con el tiempo aprendí que desconectarme por completo unos días al año me hace mucho mejor que trabajar “desde el paraíso”. Porque si trabajamos mientras vacacionamos… ¿realmente estamos de vacaciones?
A veces, por tener pocos días libres, nos vemos obligados a combinar ambas cosas (me pasó, y todavía me pasa). Y sí, trabajar desde cualquier lugar es una bendición que no doy por sentado, pero también puede convertirse en una trampa si no sabemos poner límites.
Así que, no todo lo que brilla es oro. Compararte constantemente con quienes “trabajan por el mundo” puede no ser lo más sano, porque al final… sigue siendo trabajo. Y por otro lado, defender nuestros espacios de descanso también forma parte de esa libertad que tanto buscamos.
Gracias por leer ☕️